Sentirnos cómodos con nuestra soledad.

Los seres humanos somos animales sociales. Desde la infancia desarrollamos relaciones de apego (con nuestra madre) para poder sobrevivir. Si estas relaciones de apego no se dieran quizá no hubiéramos formado clanes familiares o pueblos nómades, cazadores recolectores en equipo, para poder tener mejores oportunidades de sobrevivir.

Si bien es natural que disfrutemos de la compañía de familiares, amigos o nuestra pareja, muchas veces cuando estamos solos nos invade una especie de incomodidad. Como si necesitáramos tener la compañía de alguien.

Algunas personas por ejemplo se sienten incómodas de disfrutar una cena en un buen restaurante si se encuentran solos. A otros se les hace un mundo asistir a una función de cine sin estar acompañados.

Si llevamos estos ejemplos un poco más allá, hay personas que no pueden estar sin pareja, sienten la imperiosa necesidad de sentirse acompañados. Si terminan con una pareja no pasa mucho tiempo hasta que ya se encuentran involucrados en una nueva relación,  y generalmente no se han tomado el tiempo necesario de estar solos, sin pareja, para averiguar qué pasó con su anterior relación, que funcionó mal o que errores se cometieron.

Por otro lado hay parejas que si bien son independientes en su esfera laboral y social, normalmente en el ámbito familiar no saben dónde comienza uno y termina el otro, si alguno siente la necesidad de estar solo para, digamos, leer un libro, el otro automáticamente asume que su pareja no desea disfrutar de su compañía, que algo le molesta, o interrumpe ese momento de soledad que su pareja necesita.

Sentirnos cómodos con nuestra propia soledad es fundamental para nuestra independencia emocional. Lo opuesto supone que dependemos emocionalmente de la compañía de otras personas, como nuestra pareja por ejemplo, para sentirnos bien.

Es muy importante que en algún momento del día nos dediquemos un tiempo para nosotros mismos y esto implica que tenemos que sentirnos cómodos con nuestra propia soledad.

Es en este momento de cómoda soledad cuando podemos dedicarnos a actividades que sean gratificantes, interesantes o lúdicas para nosotros y que de alguna manera nos aislemos por un momento de las responsabilidades, quehaceres y obligaciones con las que tenemos que cumplir a lo largo de nuestra vida cotidiana.

Ronny Schmatz Wolff

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